martes, 5 de marzo de 2013

Justicia: Pedro Varela

Extraido de EL OCCIDENTAL




Hoy, día 5 de marzo, me he levantado con la noticia de que "Pedro Varela no tuvo un juicio justo". Por una razón o por otra, no sé si existe alguna persona que crea que este señor tuvo justicia en un proceso que se convirtió en una odisea judicial desde 1996.
Después de que el 16 de noviembre 1998, el Juzgado Penal le condenara a cinco años de prisión por un registro de su local, situado en el barrio de Gràcia de Barcelona, donde se encontraron libros que fueron usados para acusarle de negacionismo del Holocuento e incitación a la discriminación y al odio por motivos antisemitas, y con la condena paralizada por un recurso de su abogado, el Tribunal Constitucional rebajó la pena a siete meses de prisión al entender que la negación de este suceso no era un delito en España.
Dejando claro que el negacionismo o cualquier tipo de obra referida a esta historia no es delito, al entendimiento de cualquier ser humano se deduciría que no se le debería condenar siquiera a un día de prisión por editar libros que expresan ideas diferentes a la corriente políticamente correcta. Seguramente, en el registro de su local, encontraron libros en los que se especificaba cómo cocinar un judío o cómo hacer jabón con él.
Pero esto no acabó en siete meses "sólo". Un año antes de conocerse esta resolución del Tribunal Constitucional, volvieron a registrar un local, esta vez del que es propietario, seguramente para ver si recogían algo más que se pudiera añadir al odio racial y antisemita. ¡Y vaya si recogieron! Unos 4.000 se llevaron. Esperamos todos que tuvieran una agradable lectura. También confiscaron "objetos por los que se acusaba a Varela de difusión de tesis genocidas". Tal vez un manual de cómo construir una cámara de gas en tu garaje.
Tras este segundo registro, la Fiscalía especial para delitos de Odio y Discriminación -cuyo titular reclamaba hasta cuatro años de prisión-, al final se "redujo" una pena de dos años y nueve meses de prisión cuyo cumplimiento acabó en marzo de 2012.
En dicha sentencia, se plasmaba que "Son libros en los que se hace responsable de los males del mundo al pueblo judío, donde se dice que las personas de raza negra son inferiores, que la mejor forma de respetar las razas es la segregación, que el mestizaje traerá la desaparición de la civilización, tal y como ocurrió en Roma o en Grecia, que las mujeres no deben tener los mismos derechos que los hombres (...)". Cogieron una frase "mala" de cada libro fuera de contexto y las juntaron para que pareciera que en todos y cada uno de los libros diferentes que había, se acabara por decir lo mismo, pero creo que lo que dolió más fue el seguir alimentando el mito de que el fascismo o el nacionalsocialismo son ideologías machistas. Se ve que se olvidan de acreditar que las condiciones sociales de cualquier ideología se definen con respecto al contexto histórico.
También, esta resolución, trajo consigo una multa de 3.000 € sobre el editor y la destrucción de todos los objetos y libros requisados que no les gustaban.
Pedro Varela ingresó en prisión el día 12 de diciembre de 2010, pero desde la cárcel, él no dejó de recibir apoyo o escribir cartas y fuera de ella, en la librería Europa, todo intentaba funcionar con normalidad con respecto a conferencias o venta de libros.
En sus escritos desde prisión nos encontramos con un señor que, a pesar de todas las injusticias acometidas en todo este proceso, sacaba fuerzas de dónde parecía que no habían contestando a todas y cada una de las cartas de miles de admiradores, como bien le escribió a uno de ellos: "más ser que parecer dijo Federico el Grande Rey de Rusia", añadiendo él que no se trata de hacer una revolución, sino de fomentar un hombre nuevo.
Durante su estancia en prisión también hubo una situación parecida con los dueños de la librería "Kalki" de Barcelona y a los líderes del neonazi Círculo de Estudios Indoeuropeos (CEI). En la sentencia se absolvió a los líderes de CEI también de asociación ilícita. El magistrado ponente Miguel Colmenero argumentaba que la difusión de ideas neonazis y racistas sólo es delictiva cuando crea un "peligro real" que pueda concretarse en actos violentos, por lo tanto, no ocurrió nada. Igual que en el caso de Varela, claramente.

El editor salió de la cárcel hace ya, a día de hoy, casi un año. Y ahora se le reconoce la injusticia desde el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que ha declarado que España vulneró el derecho de Pedro Varela a tener un juicio justo, por lo que deberá ser indemnizado con 13.000 euros. Me pregunto yo si, restando la multa que tuvo que pagar él antes de ingresar, 10.000 euros van a cubrir el daño personal y profesional (libros y material requisados y destruidos  de una persona que ha pasado ese tiempo en prisión encerrado por cometer el delito de vender libros sobre historia.
Lo que decía la noticia de hoy era: "La Corte de Estrasburgo ha considerado por unanimidad que España no respetó ese derecho porque Varela fue condenado en segunda instancia por la Audiencia Provincial de Barcelona por un delito -apología de ideas o doctrinas justificadoras de actos de genocidio- que no fue incluido en los escritos de acusación por los que fue juzgado en la primera instancia por el Juzgado Penal número 3 de Barcelona". Es muy bonito quedar así de bien cuando el daño ya está hecho. Pedir perdón siempre es educado, pero en este caso yo lo tomaría hasta como una burla.
El error estuvo en que para cambiar calificación de los hechos de negación a justificación del Holocuento, a Varela no se le dio posibilidad de ejercer su derecho de defensa de manera efectiva, dicen.
Pedro Varela es el ejemplo de caballero, militante e intelectual a seguir y por eso mismamente se le ha perseguido y se le sigue condenando. El dinero no convierte lo injusto en justo ni tampoco puede comprar la verdad. Quiero concluir este escrito citando el libro "Ética revolucionaria" para dejar a reflexión lo denunciado anteriormente:
Se debe guardar un espíritu firme por encima de los necios de turno,
ya que sólo así se podrá conservar un juicio claro para la lucha.
Es una virtud que define nuestra raza
y que debe prevalecer en todo momento.
Si actuamos así, incluso una derrota será una victoria.

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